La escritora cubana Dulce María Loynaz (1902-1997) fue una de las más reconocidas coleccionistas de abanicos a nivel mundial.
Por: Maya Quiroga*
El Museo de Artes Decorativas de nuestro municipio posee en su tesauro unos 247 abanicos que pertenecieron a la autora de Jardín.
Para Dulce María no eran un mero accesorio sino un todo perfecto, una obra de arte en miniatura, digna de respeto y admiración. Aunque llegó a coleccionar unos 300 abanicos solo se le vio abanicarse en muy esporádicas ocasiones.
Un accesorio muy relevante en su colección fue el que recibió la autora de Juegos de agua cuando le entregaron el Premio Cervantes de Literatura (1992).
De igual manera eran muy importantes el abanico personalizado con su nombre y otro decorado con la bandera cubana, como muestra de su gran cubanía y arraigo por sus raíces.
Cuentan que comenzó a fomentar su colección desde la niñez y que incluso guardó con mucho esmero los abanicos de su abuela y de su hermana Flor.
Durante sus viajes por el mundo adquirió piezas de gran valor y de muy buena calidad. Otras, se las regalaron sus amistades que conocían de su afición.
Coleccionó abanicos de todos tipos, de épocas y países variados, con diferentes técnicas: piezas de marfil, talladas en nácar, con incrustaciones en oro y piedras preciosas, de encajes, con obras de arte. La ilustre habanera atesoró abanicos asiáticos, europeos, de los siglos XVIII y XIX.
En la colección de Artes Decorativas sobresale una pieza firmada por la afamada pintora francesa del siglo XIX, Madelaine Lemaire, quien inspiró parte de la obra del escritor Marcel Proust.
También se puede encontrar un abanico con el emblema del Rey Sol, del siglo XVIII, que posee un varillaje muy atípico y diferente del resto de la colección; los famosos Vernis Martin, creados en el siglo XVIII y otros que presentan en el padrón las iniciales de importantes familias cubanas del siglo XIX, como fueron las de las Marquesas de Zuazo Rendón y de Pinar del Río.
La poetisa tuvo la suerte de ver exhibida su colección de abanicos, en 1958, en el Museo Nacional de Bellas Artes. Desde entonces, no se había vuelto a mostrar en público.
En 2017 se inauguró en el Museo de Artes Decorativas la muestra Una vida de amor en ocasión del aniversario 30 de que se le entregara el Premio Nacional de Literatura; los 25 de haber recibido el Premio Cervantes y los veinte años del fallecimiento de la Loynaz.
*El artículo originalmente fue publicado en la revista Cubahora
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