Ir al contenido principal

San Antonio Chiquito y el enterramiento de los Estudiantes de Medicina



En su Historia de Plaza de la Revolución, apunta el historiador Avelino Couceiro, que el 9 de noviembre de 1868 se inauguró el Cementerio de San Antonio Chiquito, aledaño al reparto homónimo. En la actualidad el reparto San Antonio Chiquito, conserva con legítimo orgullo su calle de igual nombre que bordea, por el oeste, el Cementerio de C.olón.



Calle San Antonio Chiquito. Foto: Dazra Novak


Cuando el Cementerio de Espada quedó chico para la ciudad se comenzó a utilizar el de San Antonio Chiquito, luego ampliado para convertirse en la lujosa Necrópolis Cristóbal Colón. En parte de los terrenos de la estancia “La Currita” se habilitó este cementerio provisional, cercado de tablas que se ubicaba en la parte de lo que es hoy el cuartel N. E.

En el Cementerio de Cementerio de San Antonio Chiquito se sepultaron numerosas víctimas de la epidemia de cólera-morbus que afectó a La Habana en 1868, según consta en los primeros libros de entierro conservados en el Archivo de la propia necrópolis.

Crimen atroz


En un terreno no sagrado y en una fosa común, de un lugar extramuros del Cementerio de Colón, fueron arrojados por una compañía de Voluntarios los cuerpos de los ocho estudiantes de Medicina injustamente fusilados por el gobierno español. También se enterraron los restos mortales de los Abakuás que intentaron rescatar a los jóvenes aquel infausto día del 27 de noviembre de 1871.

 



No se permitió poner ni una cruz, ni siquiera una leve señal del sitio exacto donde se amontonaron los cadáveres. Sus familiares no pudieron reclamar sus cuerpos. Tampoco tuvieron derecho a brindarles servicio religioso alguno. Sus defunciones no se asentaron en ninguna iglesia parroquial y no fue hasta dos meses después que los asientos de enterramiento fueron hechos en libro correspondiente de la Necrópolis de Colón.

Hoy se conserva un sencillo monumento funerario que señala ese sitio ubicado fuera del área de enterramiento del Cementerio de Colón.



 


Olvidados por todos, menos por sus seres queridos y los que aborrecieron la tragedia y el dolor, permanecieron alrededor de dieciséis años hasta que, en la mañana del 9 de marzo de 1887, el doctor Fermín Valdés logró exhumar e identificar los restos de sus condiscípulos y los colocó en una caja de plomo que a su vez se puso dentro de otra de madera.

La cajuela se depositó temporalmente en el panteón de la familia Álvarez de la Campa, donde se erigió por suscripción popular un sencillo mausoleo donde depositar los restos de los ocho estudiantes.

Para su construcción se realizó una colecta pública. El pueblo donó más de veinticinco mil pesos y para contribuir a la recaudación de fondos, Valdés Domínguez publicó en marzo de 1887 la primera edición de su libro “El 27 de noviembre de 1871” que constaba de cuatro mil ejemplares vendidos en menos de un mes.



La obra completamente terminada costó cerca de treinta mil pesos. El monumento se inauguró solemnemente dos años después el de noviembre de 1889, décimo octavo aniversario del luctuoso suceso.

El 1 de agosto de 1898 muere en Santiago de Cuba el digno militar español que defendió a los estudiantes, el Teniente Coronel Federico Capdevila, sus restos fueron traídos a La Habana para ser depositados en el Mausoleo el 27 de noviembre.

El 13 de junio de 1910 falleció el doctor Valdés Domínguez, el hombre que más luchó por demostrar y establecer la inocencia absoluta de “sus hermanos muertos”.  Su cadáver fue inhumado en una de las bóvedas del entonces Obispado de la Habana en el Cementerio de Colón y de ese lugar sus familiares lo trasladaron tres semanas después, el día 7 de julio, al Mausoleo de los Estudiantes. Por acuerdo de los compañeros supervivientes de la tragedia de  1871, se cerró para siempre la bóveda.

 Fotos de monumentos funerarios: Cortesía de Bruno Suárez Romero

Fuentes consultadas:

Ecured

Biblioteca UH







Comentarios

Entradas populares de este blog

Apuntes históricos sobre El Carmelo

Parque e iglesia de El Carmelo, 1946. Fuente. Archivo Ministerio de Obras Públicas  En las siguientes líneas intentamos destacar los principales rasgos del embrión original de esta urbanización que hoy se conoce genéricamente como El Vedado Por: Arq. Ruslan Muñoz Hernández La Habana se expande Luego de rebasar sus límites físicos impuestos por la Muralla en busca de espacio, La Habana creció aceleradamente, primero hacia el suroeste y luego al oeste, absorbiendo los núcleos vecinos más cercanos surgidos desde finales del siglo XVIII, conectados por una amplia red de caminos que se convertirían en sus principales arterias viales. A mediados del XIX, la ciudad de extramuros se había extendido hasta Belascoaín. Los progresos técnicos de ese siglo, trajeron aparejadas importantes transformaciones en la ciudad.  Parte de esos adelantos fue el establecimiento del ferrocarril urbano en 1859, lo que permitió una mayor rapidez y eficiencia en el transporte público dentro de La Habana y además,

Desde la visión de jóvenes arquitectos cubanos

  Collage de propuestas de diseño arquitectónico para edificios altos en El Vedado (Foto: elaborada por el autor a partir de imágenes de proyectos académicos) Por: Arq. Universo García Lorenzo En la Facultad de Arquitectura de la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría” (CUJAE) se cuenta con una invaluable cantera de ideas que se han denominado como “ejercicios de futuro-pasado”. Con su materialización se podría encadenar la producción académica cubana y creativa. Los ejercicios docentes de Diseño urbano-arquitectónico van dirigidos a una búsqueda proyectual consciente, de enseñanza del complejo sistema que es concebir una arquitectura que cumpla con su cometido social, respete las normativas, e integre armónicamente la asimilación del pasado reciente con visiones personalizadas de la identidad. Esos acercamientos dan continuidad al proceso lógico de una ciudad que creció con una experimentación vanguardista. Se han logrado propuestas, con singulares visiones, bas

Las siluetas de una Habana moderna

Torres erigidas entre 1953 y 1958. Fuente: Archivo del Ministerio de Obras Públicas, 1960. Por: Ruslan Muñoz Hernández y Alexis Jesús Rouco Méndez Una de las imágenes icónicas de La Habana es el conocido perfil urbano de El Vedado: una silueta de alturas, gestada en la década de los años cincuenta del siglo XX, fruto de un agitado mercado inmobiliario. Tal desarrollo coincidió, a su vez, con la consolidación de la arquitectura del Movimiento Moderno en Cuba, lo que produjo exponentes urbano-arquitectónicos de relevancia que asumieron sus códigos. La aparición paulatina de torres residenciales, en sustitución de las antiguas residencias, fue sucediendo sin violentar la esencia de la organización urbana del barrio. Si bien es cierto que los intereses especulativos sacrificaron muchas veces la estética, y no siempre respetaron las ordenanzas de construcción establecidas, el universo heredado no es único ni monolítico y debemos apreciarlas como parte del paisaje urbano que componen. Regul