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El proyecto urbano y el cumplimiento de sus condicionantes permitieron la coherencia de la imagen resultante favorecida por la excelente arquitectura. (Foto: Néstor Martí) |
Por: Dra. Arq. Madeline Menéndez García
El Vedado es un sitio privilegiado de La Habana, el milagro de una urbanización centenaria que debe seguir conservando ese “lujo que podía permitirse la ciudad”, como ha escrito la poeta Dulce María Loynaz.
Se disfruta caminar por sus calles, a la sombra y recibiendo la brisa necesaria para contrarrestar los rigores del clima; su urbanismo placentero, amable, práctico, su arquitectura que dialoga armónicamente con el espíritu del barrio. Puede afirmarse que El Vedado exhibe todavía los paradigmas de la cultura urbana habanera desde la tradición hasta la modernidad, una lectura del proceso histórico continuo que representa su siglo y medio de existencia.
Territorio residencial preferido por una buena parte de la población, a El Vedado le han sido reconocidos legalmente los altos valores patrimoniales de su repertorio arquitectónico, dotado de ventajosas condiciones de centralidad y accesibilidad.
La preservación para las futuras generaciones constituye una responsabilidad y, a la vez, un reto en medio de las complejas circunstancias que originan hoy la indisciplina urbanística, causante de daños irreversibles.
El Vedado es, además, un recurso económico de la ciudad, una oportunidad para el disfrute cultural, recreativo, turístico. “Los centros urbanos ofrecen la imagen viva de un acumulado de culturas. En ellos se encuentra nuestro gran tesoro, nuestra marca de singularidad”. 1
Merece el aprovechamiento inteligente de su valioso suelo urbano en lugar del despilfarro en construcciones mediocres, alteraciones irresponsables a su herencia arquitectónica y la ocupación degradante que ignora esos valores.
Es indispensable que sus edificaciones reciban el tratamiento que corresponda a sus particularidades tipológicas y a sus valores culturales. Las afectaciones están a la vista. La iniciativa privada, mal orientada y peor controlada, actúa en plena libertad, aprovechándose de las brechas que dejan las instituciones responsables.
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Se reconoce que determinados tipos de la arquitectura doméstica no responden más a las circunstancias que les dieron origen, ni mucho menos a las características de los actuales usuarios y residentes. La salida del país de gran parte de los propietarios, con el Triunfo de la Revolución, hizo inevitable la refuncionalización de importantes residencias.
Gracias a atinados cambios de uso, una parte de la arquitectura más relevante ha podido ser conservada al asumir usos culturales, sedes diplomáticas, centros administrativos o de servicios, entre otros. Pero, las decisiones de cambios son muy delicadas, deben primar factores como: las características tipológicas del inmueble, su categoría patrimonial, así como otros aspectos relacionados con su emplazamiento al interior del tejido urbano, en los que influye tanto la tradición de uso como la conveniente rentabilidad de las inversiones.
La conservación del uso residencial, llevando la original casa unifamiliar a la modalidad multifamiliar, constituye una alternativa muy riesgosa para la arquitectura, en especial para aquella de altos valores patrimoniales, tan comunes en El Vedado. Sin embargo, no deja de ser una opción conveniente, siempre que la operación tenga como base un proyecto respetuoso, bien conducido y legalmente aprobado.
La conveniente y deseada preservación de El Vedado impone enfrentar complejos retos. El Estado brinda a la población recursos económicos (préstamos) y materiales para que asuma las reparaciones y ampliaciones en la vivienda, y facilidades para el desarrollo de negocios y servicios particulares. Esta dinámica en la política del país, ventajosa en el orden socioeconómico, presenta a la vez riesgos notables por lo que demanda una eficiente gestión urbana de parte de las instituciones que tienen asignada esta responsabilidad dentro de su misión.
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De todos modos, no puede ignorarse la repercusión positiva que los cambios de propietario están teniendo en lo relativo al rescate de valiosas viviendas que parecían destinadas a la ruina total.
Gran parte de las residencias de El Vedado, aún aquellas cuya expresión urbana, tan acopladas al armonioso contexto, las hace imperceptibles, son dignas de los tratamientos más cuidadosos, capaces de asegurar su preservación como legado insustituible para las futuras generaciones.
El Vedado representa un fuerte potencial escasamente aprovechado en los recorridos que se brindan al turismo. Beneficios económicos, a partir del aprovechamiento turístico de sus recursos culturales y sus indudables atractivos, podrían traducirse en acciones orientadas al mejoramiento de los espacios públicos y de algunos de sus tradicionales servicios.
El Vedado y su espectacular arquitectura, constituyen un privilegio para la ciudad de La Habana, proclamada recientemente Ciudad Maravilla. Una mayor divulgación de sus valores patrimoniales y una mayor exigencia en el control de las intervenciones contribuirán a la justa y conveniente conservación del afamado barrio habanero.
1.Graziella Pogolotti: "La imagen Cuba", en Juventud Rebelde, febrero de 2016.
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