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Rutas para significar el Patrimonio

Fotos: del perfil de Facebook de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe


 Por: Arq. Ayleen Robainas Barcia

si te digo que la ciudad a la cual tiende mi viaje es discontinua en el espacio y en el tiempo, ya más rala, ya más densa, no has de creer que se puede dejar de buscarla 

Ítalo Calvino en Las ciudades invisibles

Las rutas culturales se han puesto de moda en nuestra ciudad. Más allá de las actividades organizadas especialmente para el turismo foráneo, estas se incrementan como una modalidad asociada a la comunicación bien informada, a la transmisión del conocimiento, empírico o erudito, sobre temas del patrimonio cultural y también gracias a nuevos paradigmas de sostenibilidad económica y medioambiental.

Desde los años 90 del siglo XX instituciones del mundo vinculadas con el patrimonio, la cultura y el turismo, han identificado y definido a las rutas culturales como parte de un cambio cualitativo en la apreciación del patrimonio cultural. Adicionalmente comienzan a apreciarse en calidad de acciones estratégicas para ampliar la participación en los temas de conservación, salvaguarda y reúso del patrimonio cultural y natural.

En La Habana Vieja resalta la experiencia desarrollada con el programa de "Rutas y Andares" por el Centro Histórico. Con más de veinte ediciones, concebidas desde la visión inspiradora del Historiador Eusebio Leal, se vinculan, en su esencia comunicativa, al programa televisivo "Andar La Habana" transmitido a todo el país desde inicios de los años 80. Para Leal resultaba fundamental educar y dar a conocer los valores patrimoniales. No se cuida, o se valora lo que no se conoce, fue una de sus máximas.

A partir de 2001 las rutas, a las que se sumaron desde 2002 los andares, se convirtieron en la opción veraniega más accesible y preferida por el público habanero. Especialistas en restauración, en urbanismo, en arqueología, en museografía y de muchas otras áreas patrimoniales, narramos las experiencias y anécdotas vividas como parte de nuestro quehacer. Año tras año, incluso durante la pandemia, las dependencias de la Oficina del Historiador de La Habana, han propuesto creativos programas diseñados para despertar en los habitantes el amor por la ciudad, la historia, los objetos, los libros y las tradiciones.

Las Rutas y Andares, diseñadas para las familias cubanas, se consideran una opción de turismo cultural, aunque se ha mantenido el propósito de educar en profundidad más allá de divertir. Cada temporada cerraba con una conferencia magistral del Historiador de la Ciudad. Desde 2020 su ausencia ha dejado un vacío que solo es posible llenar con nuevas actividades, concursos, conciertos y diferentes productos audiovisuales.

El éxito de las rutas patrimoniales en el Centro Histórico habanero ha servido de inspiración, con variaciones y particularidades, a muchas otras ciudades del país.

De forma general, enfocadas desde lo social, lo cultural o lo turístico, las rutas culturales comparten, con otras formas de visita, la intención de recorrer, participar, conocer y explorar, aprovechando determinadas condiciones e infraestructuras. Al igual que otras modalidades recreativas, el aumento de su popularidad y auge es una oportunidad para integrarlas a estrategias de desarrollo económico y social a nivel local. Diseñadas como proyectos de desarrollo, permiten generar recursos económicos financieros para conservar, mantener y poner en valor todo aquello que, por su riqueza cultural, suscite el interés de la ciudadanía y de los visitantes.

En los últimos tiempos las rutas no se conforman con los recorridos a pie, se han expandido cubriendo espacios más amplios y con paradas en determinados lugares, donde se insertan actividades de interés. De esta manera se articulan varias rutas formando itinerarios. Ya sea en bicicletas, patinetas, bicitaxis, organizadas para niños, ancianos o personas con discapacidad, en formato virtual o empleando códigos QR, las rutas e itinerarios ganan cada vez más preferencia como alternativa turística y cultural para cubanos y extranjeros.

Al no demandar grandes inversiones sino, sobre todo, capacidad organizativa y creatividad, se introducen a partir de alianzas entre los sectores público, privado y cooperativo. Integran, de esta forma, a numerosos actores, pero lo fundamental es garantizar la participación de las comunidades, para las que se pueden generar beneficios tales como nuevas oportunidades de empleo, demanda de servicios y mercados para las producciones locales.

Como parte de este universo de itinerarios, rutas y andares, la exhibición El mundo entero es una Bauhaus organizada por el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, en colaboración con el Instituto de Relaciones Culturales de la República Federal Alemana y el Instituto Goethe, decidió incluir dentro de su programa de actividades una serie de recorridos en bicicleta para dar a conocer diferentes espacios y obras de arquitectura del movimiento moderno cubano, muy influenciado por la escuela de la Bauhaus, desde las más excepcionales hasta las concebidas para uso habitacional.

Para exponer las rutas y dar a conocer la ubicación de obras, arquitectos y usos originales, se creó un excelente plegable inspirado en la estética Bauhaus, resultado de la colaboración entre el equipo anfitrión de la exhibición, el Comité Cubano para la Conservación y Documentación del Movimiento Moderno (DoComomo Cuba), y el arquitecto Daniel Tito San Juan quien conduce las rutas y expone, como cierre final, los resultados de esa experiencia participativa.

La selección de obras y recorridos fue bastante difícil, dada la diversidad de localizaciones, repertorios y escalas edilicias, y porque las obras se encuentran dispersas por todos los municipios de la capital, desde los más centrales hasta los periféricos. Fue necesario optar por una selección de los más accesibles para la bicicleta, además se tuvo en cuenta el estado técnico de los viales. Finalmente se escogieron Centro Habana, Plaza y Playa. En el caso específico del municipio Plaza se incluyeron obras paradigmáticas de dos de sus zonas de alto valor histórico cultural: las urbanizaciones El Vedado y Nuevo Vedado.


Esperamos que esta experiencia cultural y participativa en torno a la exhibición de Bauhaus demuestre cómo las rutas culturales permiten poner en valor bienes patrimoniales diversos, desde aquellos que poseen declaratoria como Monumento hasta los menos conocidos, incluso los amenazados por el deterioro y el desuso.

Organizar rutas culturales es, en definitiva, mucho más que dar recorridos para divulgar, educar y recrearse, es contribuir al desarrollo sostenible, desde dinámicas de cooperación e intercambio, desde redes y articulaciones de actores e instituciones, desde proyectos de desarrollo socio económico y con el diseño de servicios y mercados culturales, siempre sobre la base del respeto a la diversidad, a las costumbres, a las tradiciones y otros componentes identitarios de cada municipalidad y cada barrio.

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