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La casa donde falleció el Generalísimo

Este 17 de junio el pueblo de Cuba recuerda el aniversario 116 del fallecimiento del Generalísimo Máximo Gómez Báez en una casa ubicada en 5ta y D, en El Vedado habanero. Compartimos algunos fragmentos de un artículo publicado en el año 2016.
 

📝Yamira Rodríguez Marcano/Habana Radio   


El 17 de junio de 1905 toda Cuba se conmovió con la noticia de la muerte del Mayor General Máximo Gómez Báez, General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba, quien falleciera a los 69 años de edad, en esta casa ubicada en 5ta y D, en el barrio capitalino de El Vedado, donde además fueron velados sus restos.


Era en aquel momento el último sobreviviente de los tres grandes dirigentes principales del movimiento independentista cubano, pues José Martí y Antonio Maceo habían caído en combate en la última de las guerras cubanas por la independencia de España.
 

Una tarja y un busto  recuerdan el fallecimiento en ese lugar del patriota dominicano.

 


Asimismo, la Revista El Fígaro publicó en su momento imágenes de la salida del féretro de esta casona. Sin dudas, este hecho aporta excepcionales valores históricos al inmueble, que décadas después fuera conocido como sede del colegio de niñas de las Hermanas Dominicas Americanas.
 

A ello se suma la significación arquitectónica y urbanística de la edificación, como una de las más antiguas de El Vedado que se conserva.  Y es que la historia de esta vivienda forma parte del período de urbanización y desarrollo de la zona.
 

Los primeros datos se remontan a 1813 cuando los terrenos eran propiedad de don Antonio Frías y antes, sin precisar fecha, de don Miguel Remigio Valiente. El Conde de Pozos Dulces era su dueño en 1840 y en 1877 los solares 1, 2 y 3 de la manzana 21, pertenecían a doña Matilde Giquel quien los adquirió por compraventa a Enrique Chapagne.
 

La vivienda fue edificada en 1878 de mampostería, azotea y tejas con portales. Se señalaba con el número 20, haciendo esquina a la calle D. Lindaba por la derecha con el sitio destinado a la Plaza del Recreo, por la izquierda con una casa de don Genaro Suárez y por la espalda con otra de don Casimiro del Monte y de don Manuel Grenet.
 

Su frente medía 60 m y su fondo, incluyendo su caballeriza y lavadero, se componía de 62 varas, o sea, 52 m a lo máximo. Su valor a la sazón era de 500 pesos oro. Estos solares formaban parte de la hacienda Balzain o de El Vedado.
 

A finales del siglo XIX se numeraba con el 45 de la calle 5ta y estaba valorada en 15 320 pesos, 44 centavos. 

Esta finca adquirida en matrimonio por Doña Matilde Giquel y Desommes y Don Joaquín María Sánchez Coffigni, cuando este muere en 1899, es hipotecada por su viuda a favor de cada uno de sus hijos María, Luis, Josefa y Rafael Sánchez y Giquel, por partes iguales, entre los cuales le abonará lo correspondiente cuando arribasen a su mayoría de edad. Medía 60 m de frente y 50 m de fondo dando una extensión superficial de 3 000 m².
 

Doña Matilde falleció en 1905, sin otorgar testamento, por lo que fueron declarados sus hijos como únicos y universales herederos. 

Luego del avalúo y partición de sus bienes, esta finca, valorada en 24 000 pesos, pasó a manos de doña Josefa Sánchez y Giquel, quien a su vez la vendió, en 1908, a la Iglesia Católica representada por Monseñor Pedro González Estrada, Obispo de esa Diócesis, por el precio de 23 000 pesos oro español.
 

Por su parte, el Excmo. y Reverendísimo Monseñor Manuel Ruiz y Rodríguez, Arzobispo del archidiócesis de La Habana y Administrador Apostólico de Pinar del Río, en representación de la Iglesia Católica, vendió esta finca a la Asociación American Dominican Sister, o sea, Hermanas Dominicas Americanas, asociación civil, representada por su presidenta la Reverenda Madre señora María Abigail Kane y Mac Ginn, natural de Philadelfia, Estados Unidos.
 

La venta del edificio se realizó con la condición que tenía que ser destinado siempre a Colegio Católico de Niñas, y si dejase de dársele esta aplicación personalmente por las mencionadas religiosas, volvería la casa al dominio de la iglesia católica.
 

A inicios del siglo XX, los asientos del Registro de la Propiedad lo refieren como un edificio ocupado por el Colegio Católico de Niñas Our Lady Help of Christians. Asimismo, se describía la nueva construcción a partir de los cambios realizados por las monjas dominicas.

La construcción fue modificada y ampliada en distintas épocas. Constaba de dos plantas y cubierta de azotea, capilla, coro, una sala para aula, sacristía, servicios sanitarios, cuartos para las niñas sala de espera, sala de música, comedor infantil, biblioteca, pantry, cocina, dormitorios de las Hermanas, tres cuartos de criados y servicios.
 

El cuerpo del edificio era de ladrillo, techos de vigas y bloques, pisos de mosaicos y carpintería de cedro. El resto del terreno poseía las fajas de 5 m paralelos a las calles a jardines de acuerdo con las condicionales del reparto y lo demás a patio de recreo.
 

Con la nueva rotulación de calles y numeración de casas que lleva a cabo el Departamento de Urbanismo de la Alcaldía Municipal en esa década y en correspondencia con las Reglas Aprobadas por Acuerdo del Ayuntamiento No. 869, del 9 de junio de 1937, se le fija un nuevo número oficial, correspondiéndole el No. 105 por la calle D, el cual llevaría oficialmente en lo sucesivo. A su vez, se numeró por la calle 5ta con el 261.
 

En el Archivo Nacional constan varios expedientes y en diferentes meses del año 1947, donde la Hermana AgnesBurk, a nombre y representación de las Dominicas Americanas, solicitó permiso a la Alcaldía Municipal para realizar distintas obras de ampliación en la casa de su propiedad situada en D No. 105.
 

Entre estos trabajos estaba la construcción de un apartamento en planta baja y otro en la alta, obra de ladrillo y cubierta de azotea. Realizar también trabajos como la demolición de los antiguos machones construyendo en su lugar pilares de hormigón y vigas de acero. 

La dirección facultativa estaba a cargo del arquitecto Carlos Echegoyen. El proyecto se hizo con la participación del arquitecto Emilio Enseñat Macías.
 

En 1950 las Hermanas Dominicas Americanas mantenían la propiedad y el uso del edificio, según las actas de Amillaramiento. Además, por el Registro de la Propiedad, donde no aparecen otros dueños que no fueran las referidas religiosas, y por testimonios de vecinos de la zona, se infiere que permanecieron en él hasta que el colegio fue intervenido después de 1959.
 

Luego del Triunfo de la Revolución el inmueble tuvo diferentes usos. Entre ellos fue sede del grupo teatral El Ciervo Encantado.
 

Próximamente publicaremos una entrevista al arquitecto Aníbal Del Prado Cartaya, proyectista general de la Empresa de Proyectos RESTAURA, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana que tiene a su cargo la intervención que se acometerá en la casa donde falleció el Mayor General Máximo Gómez Báez.

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