Hoy 24 de junio vamos a hablar acerca de la quema del San Juan, una fiesta patrimonial que se realizaba en dos barrios de nuestro municipio
Por: Mariluz Samper/ profesora de la Casa de la Cultura de Plaza
Entre las Fiestas Patronales de la Iglesia, devenidas populares, que conforman el patrimonio universal están: San Jerónimo, Día de los Fieles Difuntos y una muy importante, porque exceptuando a la Virgen María, no se celebra ningún otro nacimiento de los Santos, pues el de Cristo no cuenta al no ser un Santo, como tal, sino el Hijo de Dios.
Según la Biblia, el sacerdote Zacarías y su esposa Isabel, eran de muy avanzada edad, sin tener descendencia y Dios les quiso premiar, por sus buenas acciones, con un hijo, pero el anciano incrédulo quedó mudo hasta que nació Juan.
Fue tal la alegría del anciano padre que mandó a hacer una enorme hoguera para que se supiera a muchas lenguas de distancia del nacimiento, que constituía, además, la llegada al mundo del enviado de Dios para anunciar al Redentor.
Este es el origen cristiano de las Noches de San Juan. Sin embargo, antes de Cristo, en muchos pueblos antiguos se hacían unas fiestas semejantes para celebrar el solsticio de verano donde se le daba el adiós al día más largo del año. Eso ocurría el 21 de junio.
Todos los pueblos del hemisferio norte tenían la tradición de que con la hoguera “calentaban” el sol, o lo reforzaban, lo que les permitía otro año de bonanza y felicidad, tanto material, como espiritualmente.
La tradición pagana de Grecia y Roma, en honor a Júpiter y Juno, establecía que, con la hoguera, se le daba calor y fuerza al sol también. Esta tradición se recoge en los monumentos megalíticos desde tiempos inmemoriales, pero siempre recae en el solsticio del 21.
En el cómputo romano de los días del mes, que procedía hacia atrás, desde las calendas, el primer día del mes siguiente, Navidad, era el octavo día antes de la calenda de enero, es decir el 25 de diciembre. Por consiguiente, la natividad de Juan Bautista, fue fijada para el octavo día de la calenda de julio, pero como el mes tiene un día menos que diciembre la festividad cae el día 24 de junio, exactamente seis meses antes del nacimiento de Cristo, como dicen las Sagradas Escrituras.
La fecha es muy importante para la cristiandad. Es por eso que muchos estudiosos del tema han dicho que se hacen manifiestas las palabras de San Juan al decir “Él debe crecer, pero yo debo disminuir” (Evangelio de Juan, 3-30).
Esta hermosa tradición muy arraigada en la Europa nórdica antigua y medieval, asociada al solsticio de verano, llega a Cuba, por los inmigrantes españoles, que se asentaron en la Isla. Pero fue en el medioevo cuando España adoptó esta celebración cristiana, haciéndose muy arraigada en la población de Asturias, Galicia, Cataluña, Málaga y Cádiz, entre otras regiones.
Casi todas han mantenido la tradición del agua como elemento purificador, junto al fuego, evocando el bautizo de Cristo en el río Jordán. Tanto en el folklore antiguo, como en el Medioevo español, que trascendió hasta nuestros días, está considerada como una de las mayores fiestas mágicas del año.
Por su fuerte arraigo y tradición en el pueblo español es transportada con ellos hacia América. En Colombia y Perú son muy vistosas, sobre todo en la Amazonía. El lugar donde adquirió mayor relevancia y aceptación en Cuba, fue en la provincia de Camagüey, pero también en Matanzas y otras menos significativas diseminadas por la Isla.
Las Noches de San Juan de Plaza de la Revolución.
Hay dos barrios de La Habana que se identificaron con la festividad, traída por los peninsulares: Aldecoa y La Casilda, son los más representativos.
La Casa de Cultura de Calzada y 8 desempeñó un papel determinante en la revitalización de estos festejos de la Quema del San Juan.
En el período especial, para ser más exactos en 1994, las especialistas María Nélida Arruebarruena, que después fuera directora de la institución, y Migdalia Hernández, decidieron hacer un intento de retomar la tradición que existía en el barrio La Casilda, del Consejo Popular El Vedado.
Fue un éxito rotundo, pues la comunidad lo aceptó completamente y de inmediato se pusieron a contribuir con todo lo necesario.
Aquella primera Noche de San Juan, se hizo tradicionalmente como en el pasado español devenido en criollo. Se cuidó basta el último detalle para favorecer la tradición: las comidas españolas se mezclaron con las cubanas y las bebidas y juegos típicos de la festividad se adueñaron de la noche.
Desfile de Comparsa Componedores de Batea. Foto: Archivo DMC Plaza. Año 2018
Una vez más la imponente ceiba era testigo de la fogata, con su muñeco como cúspide ardiente, para alegría de todos los presentes. Pero por supuesto que no podía quedar así, porque no sólo en La Casilda se celebra, en La Habana, esa popular y antigua fiesta.
En el barrio Aldecoa de Puentes Grandes existía esa tradición traída por un grupo de catalanes asentados en el lugar.
El equipo de Estudios Socioculturales convocado por Eva María Salazar, residente y miembro de Cultura de la Zona, asesoró el proyecto de propuesta para retomar la tradición de Las Noches de San Juan, una vez aprobada, el día 23 de junio de 1999.
Vísperas de San Juan se iluminaba el cielo nocturno de la barriada de Aldecoa, para iniciar la fiesta Patronal del San Juan, convertida en importante festividad popular, que recoge el patrimonio cultural de Plaza de la Revolución.
La fiesta se mantuvo durante años, desafiando muchas adversidades y sobre todo a personas insensibles que contribuyeron a que volviera a desaparecer.
Es una pena que en países más pobres y de menos cultura exista esta mágica Noche y nosotros no la tengamos en estos momentos.
Por la importancia que desempeñó nuestra Casa de Cultura en tan hermosa festividad que encierra una carga significativa para el patrimonio cultural de Plaza de la Revolución, hagamos todos, un esfuerzo, para iluminar el cielo de la cultura cada Noche de San Juan.
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