Al catalán, don Buenaventura Trotcha y Fornagueras, se debe la inauguración en Calzada entre Paseo y 2, el 5 de agosto de 1886, del Salón Trotcha, que daría origen a todo el ulterior reparto homónimo, escribe en su "Historia de Plaza de la Revolución" el Doctor Avelino Couceiro.
La fiesta inaugural contó con la presencia de miembros de la Sociedad Catalana pues era la sede del Círculo del Vedado, una de las primeras y más relevantes sociedades culturales en nuestro actual municipio.
Según el director de arte Derubin Jacome, el Salón estaba dotado de atractivas condiciones por sus relieves y buen drenaje, pues este incansable catalán hizo posible la llegada a El Vedado del Canal de Albear.
Sigue diciendo el diseñador que el Salón era confortable y tenía decoraciones de un famoso pintor y escenógrafo. Fue construido a dos niveles: una planta baja con billar, restaurante, sala de lectura y varios espacios complementarios y una planta superior considerada principal, con columnas de hierro y vigas metálicas forradas de madera.
En verdad, advierte, era un entrepiso al que se accedía por una deslumbrante escalera de mármol blanco con barandas de hierro, y de allí, el escenario, guardarropía y áreas de apoyo.
El Salón fue convertido en Hotel en 1890. Don Ventura decide modificar el “Trotcha” y en respuesta a las utilidades y a las demandas de la población que iba asentándose en los alrededores, fabricó sobre el entrepiso dos plantas con habitaciones y corredores a su alrededor, y una suite o departamento de recién casados.
El Trotcha estaba enclavado en las cercanías de la costa y los baños públicos El Progreso (por la calle E), y Carneado, en Paseo. Tenía un gran confort para la época. Estaba dotado de agua corriente y luz eléctrica en todas sus instalaciones.
Ocupaba una hermosa mansión, con una fachada neoclásica y una construcción en madera. Poseía una torre morisca y una reja bordada: su doble pintura mural llevaba la firma del relevante pintor finisecular Miguel Arias.
Contaba con 16 metros de frente por 40 metros de fondo y techo a dos aguas. Estaba rodeado por un jardín, en correspondencia con las regulaciones urbanísticas locales tanto del Carmelo como de El Vedado.
Poseía un total de veinte habitaciones, con baños y servicios sanitarios comunes, cocina, bar, etcétera.
El poeta Julián del Casal escribió al respecto que, con los cambios, el Hotel “Trotcha” era un lugar semejante “a los de Niza, Cannes, San Sebastián y otras ciudadelas balnearias”.
Sobre el “Trotcha”, Del Casal nos deja esta hermosa descripción:
“Tiene a la entrada una verja de hierro cuyas hojas permanecen siempre abiertas. Detrás de la verja se encuentra un jardín encantador, lleno de plantas deliciosas y de arbustos floridos. Los senderos están cubiertos de arena, a la manera de un parque inglés. En los ángulos del jardín se han levantado cuatro glorietas espaciosas, bajo cuya sombra pueden descansar los huéspedes, sentados alrededor de elegantes mesitas, saboreando sus licores predilectos”.
Aseguran que en una de sus tres fuentes, cercanas a los exuberantes y hermosos jardines del hotel, llegó a morar un cocodrilo que constituía una de las mayores atracciones del lugar. En esos jardines se proyectaban películas al aire libre.
En el hotel se hospedó el poeta nicaragüense Rubén Darío, aunque otros afirman que sólo visitó el hotel. Mazzantini, el famoso torero, vivió en el Trotcha un idilio amoroso con la no menos famosa actriz Sarah Bernhardt.
El “Trotcha” fue sin duda el primer Hotel que se construyó en El Vedado, y tal vez la primera instalación de veraneo creada a poca distancia de La Habana, pero con la intervención de Estados Unidos, el lugar lo arrendó la Comisión de Evacuación del Ejército Español, organizada por los yanquis.
Allí se estableció el primer gobierno interventor estadounidense. En sus habitaciones se alojaron, posteriormente, la primera Administración de Correos de la ciudad y el primer Tribunal Supremo de la Isla.
Sin embargo, el dueño, amparado en los resortes intervencionistas, decidió en 1902 ampliar el Trotcha y construyó otro bloque de viviendas en los terrenos aledaños al edificio. A este bloque se le llamó “El Edén”. Y al bloque construido en 1904 se le bautizó con el nombre de “Washington”. En 1930, el “Trotcha” fue transformado como Casa de Huéspedes.
Como tal funcionó durante los años siguientes. Fue perdiendo su esplendor y con el tiempo fue desmoronándose poco a poco.
Después de un incendio en la década de los 90 solo quedaron unas pocas ruinas hasta que hace unos años se construyó en el área que lo ocupaba un gran parque con bancos.
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